Esto me lo recalcó mi amigo Juan Garzón el verano pasado. Con sabias palabras afirmaba que es un error muy humano creer que todo es controlable, sino más bien todo lo contrario. Marcela, mi mujer, cree que es algo que nos pasa exclusivamente a nosotros y que nos cubre un halo de mala suerte. Pero yo no estoy muy de acuerdo con esa teoría.
Siempre recordaré la regata Sudáfrica – Punta del Este edición 1985 yo tenía 12 años. De esa regata hubo un barco que siempre recordaré, el Apple Macintosh, que venía equipado con unas cuantas computadoras de Apple. Todos estos veleros, están obligados a salir de puerto con 1500 litros de agua potable para que beban sus tripulantes. Pero para el capitán del Apple Macintosh 1500 litros era un lastre que si lo tiraban por la borda, tendrían una significativa ventaja de velocidad por sobre el resto de los veleros. Fue por ello que provistos de un artefacto desalinizador se dispusieron a tirar los 1500 litros de agua potable al océano y beber agua de mar utilizando este artefacto para quitarle la sal al agua de mar y volverla potable.
Pero el desalinizador falló (vaya uno a saber que sistema operativo utilizaba…), las cosas no salieron como estaba previsto y tuvieron que arreglárselas para correr la regata sin agua. Ignoro como hicieron específicamente para no morir de sed, y cuando le preguntaba a mi padre, el siempre respondía: «y se la pasaron comiendo frutas…»
Igualmente ese verano de 1985 el Apple Macintosh llegó primero al puerto de Punta del Este, este gigante e impactante velero realizó una entrada triunfal en el Este y al llegar, sus tripulantes sólo pidieron agua.
Las cosas a veces no salen como lo planeamos, pero igual se puede llegar sano y salvo, e incluso tal vez ganar una regata oceánica.