Un día como hoy, pero de 1985 me encontraba listo para ir al colegio cuando un tremendo temporal que azotaba la ciudad impidió felizmente que pueda salir a la calle.
“The sun is rising on a day full of promise for the future. History waits to be made. It’s shape it’s in your grasp.”
A mis 12 años de edad, me encontraba en casa, despierto de temprano y sin clases. Un par de días atras había conseguido el juego Seven Cities of Gold para mi Commodore 64. Este novedoso juego desarrollado por Dani Bunten y publicado por Electronic Arts tenía como objetivo descubrir América. Nuestro personaje encarnaba la piel de Cristobal Colón partiendo desde el viejo continente con algo de oro y unos barcos hacia el mundo desconocido. Fue uno de los primeros juegos que contenían algo de estrategia y que el jugador tenía que hacer grandes descubrimientos.
La cantidad de variables de la expedición eran cinco: Cantidad de barcos, hombres, oro, comida y mercancías (espejitos de colores). El objetivo era simple, desembarcar en el nuevo continente, explorar, encontrar nativos e interactuar con ellos para obtener su oro. Para esto había sólo dos opciones:
1. Hacerse amigo de los nativos y cambiarle las mercancías por oro.
2. Destruirlos y robarles el oro.
Cualquiera de estas dos opciones era viable para ganar. Al rey de españa no le importaba demasiado los métodos con que sus conquistadores obtenían el oro.
A medida que nuestro conquistador volvía al viejo continente con oro para la corona, podía preparar expediciones más grandes y era militarmente ascendido.
Por supuesto que existían tribus más poderosas que otras, al mismo tiempo que tribus más belicosas y otras más pacíficas y más predispuestas a negociar. Toda la interfaz era una vista 2D estilo mapa que se iba dibujando a medida que íbamos descubriendo. La parte de la llegada a las tribus era muy graciosa, sólo dibujaba en el centro de la pantalla nuestro personaje y este tenía que caminar rodeado de nativos que se movían erráticamente hasta encontrar al jefe. Si por accidente guiábamos nuestro personaje sobre uno de los nativos este resultaba muerto y como consecuencia hacía que el resto comience a enfurecer. El jefe de la tribu siempre estaba quieto y tenía un sombrerito que lo identificaba. Al ponernos a su lado se desplegaba una interfaz para dialogar. Si matábamos al jefe, la furia era total y se desencadenaba la batalla. Que por supuesto no era nada parecido a cualquier RTS de hoy, sino simplemente nuestro personaje rodeado de nativos y un número indicando cuantos soldados quedaban vivos a medida que desaparecían los nativos.
Recuerdo que los Incas eran los que más oro poseían, pero al mismo tiempo tenían un ejercito muy poderoso y era casi imposible entablar negociaciones.
En esa época no existía el ESBR, definitivamente fue un juego bastante cruel, pero al mismo tiempo históricamente educativo. El jugador vivía en carne propia los beneficios y dificultades de la conquista de América. Me apasionan los juegos en donde se puede experimentar con hechos históricos, cambiarle algunas variables y ver que ocurre. Creo que en eso radica un buen elemento de aprendizaje y al mismo tiempo diversión. Como un modelo de la realidad histórica en donde el jugador experimenta con los hechos reales y obtiene resultados novedosos de acuerdo a sus acciones.
Como bonus tenía algunos descubrimientos geográficos, como el río más largo, determinados lagos y grandes junglas. También se podía elegir una opción en donde el mapa era exáctamente igual al de el continente real.
Ese día de lluvia torrencial en invierno de 1985 creo que descubrí toda América en una jornada.
Años más tarde vinieron otros grandes títulos de estrategia que superaron al Seven Cities of Gold en cuanto argumento y complejidad. Hoy en día sería impensable un juego con tan pocas variables y gráficos tan sencillos; pero resultaba extremadamente adictivo y divertido.
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